La Comunidad discipular, como lo explicita Aparecida 149-168 está llamada a ser una Comunidad de discípulos misioneros llamados fundamentalmente a la santidad. Esta vocación es llamado comunitario a sentirnos comunitariamente a ser:
- Llamados al seguimiento de Jesucristo.
- Configurados con el Maestro.
- Enviados a anunciar el Evangelio del Reino de la Vida.
- Animados por el Espíritu Santo.
CARACTERÍSTICAS DE UNA COMUNIDAD FORMADOR
La comunidad formada y formadora consciente de su vocación a la santidad, vive en un dinamismo de crecimiento permanente; hace de cada acontecimiento un aprendizaje formativo y se deja transformar desde la mente y el corazón, según la experiencia de Dios y las exigencias del Evangelio.
Es una comunidad que se organiza en función de su renovación y conversión permanente. Una comunidad que desde su proyecto comunitario propicia el crecimiento y madurez de las hermanas, esto exige investigación, actualización y evaluación, para fomentar la formación permanente en la vida diaria y así, formar paulatinamente una comunidad madura, evangélica, fraterna.
Esta comunidad, taller de crecimiento, madurez, espiritualidad y misión, exige a cada una de sus hermanas, sentirse corresponsable del crecimiento y santidad de todas; compartir con sencillez su proyecto de vida, la experiencia de Dios, las experiencias pastorales, sus dones y talentos, en un ambiente de respeto mutuo y comprensión de la individualidad.