CATEQUESIS EVANGELIZADORA

APRENDER, VIVIR Y ENSEÑAR A JESUCRISTO

Jesús misionero del Padre, llama y sigue llamando: "Llamó a doce para que estuvieran con Él y para en­viarlos a predicar"(Marcos 3,14). Este es el núcleo de nuestra vida consagrada: ¡Estar con Jesús, el único necesario, dejarnos amar con amor misericordioso y contagiar de esta buena nueva a todos los hermanos.  Aprender, vivir y enseñar a Jesucristo, es nuestra gozosa misión desde una catequesis evangelizadora.

La tarea fundamental a la que Jesús envía a sus discípulos es a anunciar la Buena Nueva a Evangelizar, esa es la razón y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda, y la de aquellos, enviados por ella.  "El núcleo vital de la Nueva Evangelización es el anuncio claro e inequívoco de la adorable persona de Jesucristo; esto exige anunciar su nombre, doctrina, su vida,  sus promesas y su Reino, reino que ha conquistado a través de su misterio pascual. El anuncio de Jesucristo, rostro humano  y Divino de Dios, hombre que realmente sacude a los hombres, despierta y transforma sus ánimos; es decir, los convierte."

Recibir el don y carisma  de la catequesis,  como tarea evangelizadora de la  espiritualidad de comunión y misericordia, como legado del Fundador, significa que hemos recibido la gracia y posibilidad de aportar a la Iglesia no sólo este ministerio indispensable, sino incluso mostrar un nuevo estilo catequético,  obrar la misericordia “enseñando al que no sabe, al que no conoce el camino, la verdad y la vida, Jesucristo, o al que habiéndolo conocido, se ha enfriado en su fe y en la alegría del Evangelio”.

La Iglesia constata hoy como nunca, la urgencia de la catequesis, nos llama a todos a participar; en la presente situación se ve la necesidad de una profunda renovación  de los catequistas, de la expresión y métodos de la catequesis; ahora nos desafían retos como la indiferencia religiosa, el pluralismo y el sincretismo religioso, la ruptura entre fe y cultura, la crisis del proceso en la iniciación cristiana, las críticas y oposiciones contra la fe, la convivencia imposible entre injusticia y cristianismo; en este momento, hemos de preguntarnos: Por dónde debe de ir este nuevo estilo de catequesis? Cómo hacer una catequesis desde la experiencia de misericordia?

Una hija de la misericordia será en verdad una testigo de la catequesis y de la nueva evangelización cuando parta de su propia experiencia del amor y misericordia de Dios, así nos lo recuerda Monseñor Ricardo Tobón cuando nos invita a hacer la experiencia propuesta por el Salmo 50, uno de los salmos que mejor expresa el misterio de la miseria humana y la misericordia de Dios. Se trata de una experiencia interior a la que se llega por un proceso que pasa, por tres momentos.

  1. Es primer lugar, la persona permite en sí misma la gracia de la humildad, reconoce su verdad delante de Dios, tiene conciencia clara de la dramática condición que en ella ha generado el pecado. Reconoce su delito siempre presente ante sí. Acepta que en pecado la concibió su madre. Sobre todo, vive el dolor que implica saber que sólo contra Dios ha pecado.
  2. En un segundo momento, la persona entra en espíritu de penitencia y conversión pidiendo la compasión y la misericordia de Dios. Ten piedad de mi; por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi pecado; que aparezca tu justicia; rocíame con el hisopo y quedaré blanco; retira tu faz de mis pecados; crea en mí un corazón puro, no me quites tu santo espíritu.
  3. Finalmente, la persona dispone su corazón y suplica poder sentir la inmensa alegría de ser acogida, perdonada y salvada por la misericordia de Dios: Devuélveme el don del gozo y la alegría; que exulten los huesos que tu quebrantaste, dame la alegría de tu salvación y que tenga la generosidad de mantenerme firme.

El Señor nos enseña dice el Papa Francisco, a no tener miedo de seguirlo, a pesar de nuestra propia debilidad, porque la esperanza que ponemos en Él no será defraudada. Estamos llamadas a aprender de Él qué cosa significa vivir de misericordia para ser en verdad, instrumentos de misericordia.  Vivir de misericordia para ser instrumentos de misericordia: vivir de misericordia, es sentirse necesitados de la misericordia de Jesús y aprender de Él a ser misericordiosos con los demás.  Mirar fijamente a Jesús, el Hijo de Dios nos hace entender cuánto camino  debemos recorrer todavía ; pero al mismo tiempo nos infunde la alegría de saber que estamos caminando con Él y no estamos jamás solos.¡Entonces, animo!  No nos dejemos quitar la alegría de ser discípulos del Señor.  “Pero, padre, yo soy pecador, soy pecadora, ¿Cómo puedo hacer?

"Déjate mirar por el Señor, abre tu corazón, siente sobre ti su mirada, su misericordia, y tu corazón estará lleno de alegría, de la alegría del perdón, si tú te acercas a pedir el perdón”. No nos dejemos robar la esperanza de vivir esta vida junto a Él y con la fuerza de su consolación.  Y solo desde esta experiencia, podremos ser para otros, MISERICORDIOSOS". Cf. Papa Francisco 09.14.16

 

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